lunes, 28 de marzo de 2016

Mundinovi (El gran teatrillo del mundo)


Martín Ramos, Juan Carlos, Mundinovi. El gran teatrillo del mundo, Pontevedra, Kalandraka, 2016 (ilustraciones de Federico Delicado)

Premio de Poesía para niños “Ciudad de Orihuela” 2015

Hace poco decía en este mismo blog, a propósito de Bolso de niebla, que en la poesía infantil no suele darse mucho un tema tan frecuente en la poesía para adultos como es la metapoesía. Pues bien, libros como el de María Rosa Serdio o este Mundinovi. El gran teatrillo del mundo, galardonada con el último premio “Ciudad de Orihuela” de Poesía para niños vienen a dar un mentís a dicha afirmación. Si el subtítulo del libro ya da una clara pista de por dónde van los versos, con esa clara referencia intertextual a El gran teatro del mundo de Calderón de la Barca y todas sus connotaciones, el poema de apertura lo deja aún más claro:  

Gran Teatrillo del mundo,
pequeño mundo en mis manos,
cuando se abre el telón,
¿qué es de verdad y qué es falso?

Las olas son de cartón
y en el mar navega un barco.
La luna cuelga de un hilo
pero ilumina el tejado.

Gran teatrillo del mundo,
mundo pequeño y mágico,
cuando se cierra el telón,
¿qué es real, qué imaginario?

Con esta suerte de premisa poética guiando nuestra lectura, Mundinovi se plantea como un espacio liminar y de transición entre varios frentes. Por encima de todo, Mundinovi es un libro que está a medio camino entre la poesía y el teatro y que apuesta por una idea de lo teatral que se revela en su más amplio sentido y en varios frentes. De hecho, y como si de una obra de teatro se tratara, el libro se divide en tres partes. Cada una de ellas va precedida de una doble página en la que se ve el título de la misma en letras blancas sobre fondo negro y, en la parte superior, un telón azul subido que es el mismo que aparece en la portada y en la cubierta. De esta manera las tres partes vendrían a ser como los tres actos de una obra de teatro, a la que se une, antes de ello, la primera ilustración, que acompaña al poema-prólogo y que nos muestra, en efecto, un teatrillo que se llama “Guignol Mundinovi”, en un claro guiño metateatral.
En la primera parte, “Diario de un títere”, un títere nos habla de sí mismo en primera persona, nos describe su vida, sus orígenes y sus preferencias, aunque tampoco se olvida de los lectores y de su condición de actor, ya que empieza su parlamento con un muy significativo “¡ATENCIÓN, NIÑOS Y NIÑAS, me acabo de despertar!”. Este personaje se presenta como “muñeco de guiñol”, “percusionista y poeta” y “un títere de provecho /con cabeza y corazón”, pero también como “Bufón de la compañía”: “Un papel que nadie quiere / porque hay que saber de todo, / ser gracioso y ser valiente”. Pero lo más interesante es que este títere muestra conciencia de su propia condición de personaje y muñeco, lo cual da pie a una reflexión metateatral (“A veces me he preguntado / si afuera todo es lo mismo, / si hay quien da su corazón / y quien lo deja en su sitio”) que incluye asimismo al titiritero, a quien dedica un poema que termita con cuatro hermosos y reveladores versos: “El titiritero tiene / un teatrillo ambulante, / lleva el horizonte a cuestas, / el mundo como equipaje”)
En “Títeres con cabeza”, la segunda parte, conocemos a los distintos títeres integrantes de la supuesta compañía, pero esta vez no son los personajes los que hablan, sino una voz poética externa que además se permite reflexiones al margen que inciden en la idea central del poema, las relaciones entre realidad y ficción y el teatro como artificio (por ejemplo, “Pero no sabe que un títere / es solamente un muñeco / y exige que, cuando él hable, / se calle el titiritero”). Así, por delante de los ojos del lector desfilan una serie de personajes típicos de los teatrillos: Monsieur Guiñol, La Tía Norica, Maese Trotamundos, Don Cristóbal, Chacolí, La Bruja Piruja, Los personajes de los cuentos, El Demonio y la Muerte y Don Nicanor tocando el tambor. Cada uno de ellos tiene su propio poema. Pero su papel no acaba ahí, porque el poemario se completa al final con unas valiosas NOTAS dotadas de una clara función formativa, en las que se nos explica el origen de cada uno de los títeres que han ido apareciendo a lo largo en esta segunda parte.
En la última sección, “Títeres a escena”, podemos leer una sucesión de piezas escritas en forma dialogada y con acotaciones (aunque solo en la última se usa una escritura claramente teatral para los diálogos) que podrían ser perfectamente representadas. Algunas siguen haciendo hincapié en la idea principal del poema, como El poeta y la luna o El payaso y su sobra, mientras que hay otra, Retablillo de Don Federico y Don Rafael, claramente culturalista, protagonizada por dos personajes en los que, por las referencias poéticas que se cuelan en los diálogos, es fácil reconocer a Alberti y García Lorca.
Esta última sección se abre con un poema que se titula como el propio libro, Mundinovi, al que remite una aclaración que completa las notas finales referentes a los personajes ya comentadas: “Los cinco primeros versos del poema titulado MUNDINOVI, escritos en un español italianizado, proceden de una canción del siglo XVI que anunciaba el comienzo de la función en un teatrito mecánico donde se representaban escenas del nuevo mundo”.
Mundinovi, en efecto, se ofrece como un nuevo mundo pero en otro sentido, porque pone en primer plano en todo momento la idea de ficción en tanto nueva realidad. Por eso, el libro de Juan Carlos Martín Ramos, no en vano un hombre de teatro, se propone como una reflexión lúdica y poética sobre las relaciones entre la realidad y la ficción que tan en primer plano se viven en la experiencia del teatro, es decir, sobre el teatro como artefacto imaginario en el que todo lo que aparece es de mentira pero encierra grandes verdades. Así, la idea de espejo o reflejo, de que la ficción es otro mundo en el que se refleja lo que se ve en el nuestro sobrevuela todo el poemario. Si ya quedaba muy claramente planteada la idea en el poema-prólogo, se remata el ya citado poema que abre la última sección, Mundinovi:

Pasen y verán
un mundo que es falso,
pero es de verdad (…)

Todo es parecido
aunque no es igual.

¡Mundonovi, mundonovi!
¡Un mundo que es menos
y, a la vez, es más!

He aquí una réplica del poema del principio, que tampoco hubiera desentonado como poema de cierre, para ofrecer un perfecto círculo de reflexión metateatral, pero que el autor prefiere colocar justo antes de la parte más netamente teatral del libro, donde los títeres pasan a hablar y a actuar por sí mismos.
     Este mundo ficticio de títeres y marionetas – que encuentra en los versos mayoritariamente octosílabos su perfecto molde poético – cuenta con las formidables ilustraciones de Federico Delicado para acabar de darle forma. Delicado es un excelente dibujante, con un dominio absoluto de las formas, las perspectivas y las composiciones y el color, pero además en sí mismo un creador de imágenes poéticas y muy sugerentes, como ha demostrado cuando ha ilustrado sus propias historias, como sucede en Ícaro, o las de los demás (baste como ejemplo Un viaje nunca visto). Sabe perfectamente cómo crear el clima de imágenes que debe envolver un texto y conferirle una textura determinada, y en este caso ha sabido interpretar el mundo ideado por Martín Ramos mediante dos recursos principales. Por un lado, otorgando protagonismo a lo teatral en esos  telones que vemos en diversos momentos del libro y a los que ya hemos hecho referencia. Por otro lado, centrándose en los personajes y dotándolos de esa expresividad congelada y un tanto inquietante que tienen muchas veces los títeres y las marionetas, esa manera de parecerse a los seres humanos y de ser en realidad nuestro reflejo deformado y, por eso mismo, tal vez más real. Esa forma de ser, en definitiva, ese espejo más real en el que nos resistimos muchas veces a mirarnos porque nos golpea y nos impacta, como toda buena función, como toda buena ficción.

domingo, 27 de marzo de 2016

El clásico de la semana es...



     El clásico de esta semana son los dos últimos volúmenes publicados de la colección de poesía para primeros lectores (e incluso prelectores) De la cuna a la luna, escritos por Antonio Rubio, ilustrados por Óscar Villán y publicados por Kalandraka. Veo Veo y Limón viene a unirse a las anteriores entregas para ofrecernos una vez más libros en breves, impresos en cartoné y basados en una propuesta de lectura logográfica, pero que demuestran ante todo que la poesía es un género que puede leerse (o conocerse) desde muy temprana edad. Y lo hacen, además, no solo a través de la importancia del ritmo, la rima y los recursos reiterativos, sino también apostando decididamente por un pensamiento poético en el que se superponen realidades y objetos alejados para crear evocativas asociaciones. Por todo ello, esta serie ya se ha convertido en todo un clásico de la poesía para niños en el mundo hispánico que todo maestro de infantil debería conocer. 

    Se pueden consultar los demás títulos de la serie aquí.


lunes, 21 de marzo de 2016

Convocado el IX Premio Internacional de Poesía para niños "Ciudad de Orihuela"


La concejalía de Educación del Ayuntamiento de Orihuela, en colaboración con el sello editorial Faktoría K de Libros, convoca el IX Premio Internacional de Poesía para niños "Ciudad de Orihuela" de acuerdo a las siguientes bases:

1. Podrá optar al IX Premio de Poesía para niños "Ciudad de Orihuela" cualquier persona mayor de edad con un libro inédito, en castellano, no premiado anteriormente en ningún otro certamen, y dedicado a poesía infantil. Quedan excluidos los ganadores de las anteriores ediciones y los empleados del sello editorial Faktoría K.

2. Las obras se presentarán por quintuplicado, mecanografiadas a doble espacio, y escritas por una sola cara. Tendrán un mínimo de 300 versos y un máximo de 500.

3. En las obras presentadas no podrá aparecer en ningún caso el nombre del autor o autora; en su lugar deberá figurar un lema o seudónimo. Los datos personales de los participantes se adjuntarán en un sobre cerrado, en cuyo exterior se anotará el título de la obra y el lema o seudónimo; en su interior constarán el nombre completo, dirección, teléfono de contacto, correo electrónico y se incluirá el número del DNI o pasaporte, así como una breve reseña biográfica.

4. Las obras serán enviadas o entregadas en el Registro General del Excelentísimo Ayuntamiento de Orihuela, C/Marqués de Arneva nº 1, 03300 Orihuela, especificando en el sobre Para el IX Premio de Poesía para niños "Ciudad de Orihuela". En los envíos que se entreguen a través de agencias de transportes, no podrá figurar el nombre del autor o autora.

5. El plazo de presentación de originales se inicia con la publicación de estas bases, el 21 de marzo de 2016, y finaliza el 19 de septiembre de 2016, a las 12:00 horas. El fallo del jurado se hará público el 28 de octubre de 2016, en torno al aniversario del nacimiento de Miguel Hernández.

6. El jurado del premio estará compuesto por personas de reconocido prestigio en el área de la literatura para niños. Actuará de secretario o secretaria una persona que designen las entidades organizadoras. El premio podrá declararse desierto y el fallo del jurado será inapelable.

7. Se establece un único premio, dotado de 5.000 euros en concepto de adelanto por los derechos de autor. La obra premiada se publicará por la editorial Faktoría K en torno al 21 de marzo de 2017, Día de la Poesía y, a tal efecto, se firmarán los correspondientes contratos de edición. Asimismo, la editora tendrá prioridad en la publicación de aquellos originales que hayan recibido mención especial del jurado. Este derecho tendrá vigencia durante un año, pasado el cual, los autores podrán disponer libremente de sus obras.

8. Los originales que no sean premiados no se devolverán a sus autores y se destruirán una vez comunicado el fallo del jurado.

9. Si en estas bases quedase alguna cuestión sin precisar, le corresponderá al jurado establecerla y, si no fuera así, a los organizadores del certamen. La participación en este premio implica el conocimiento y la aceptación íntegra de las presentes bases.

viernes, 18 de marzo de 2016

Le classique de la semaine est...

Et un sourire


La nuit n’est jamais complète
Il y a toujours puisque je le dis
Puisque je l’affirme
Au bout du chagrin une fenêtre ouverte
Une fenêtre éclairée
Il y a toujours un rêve qui veille
Désir à combler faim à satisfaire
Un cœur généreux
Une main tendue une main ouverte
Des yeux attentifs
Une vie la vie à se partager

                 
Paul Eluard
in Le phénix ( Derniers poèmes d’amour) éd. Seghers.

(Hay  una traducción al español, aunque no muy buena,  aquí)

jueves, 17 de marzo de 2016

Contes, mythes et fables en haïku


Domergue, Agnès y Hudrisier, Cécile, Auprès de la Fontaine… Fables en haïku, París, Édition Thierry Magnier, 2016.

Domergue, Agnès y Hudrisier, Cécile, Autrefois l’Olympe… Mythes en haïku, París, Édition Thierry Magnier, 2015.  

Domergue, Agnès y Hudrisier, Cécile, Il était un fois… Contes en haïku, París, Édition Thierry Magnier, 2013.

Para bien o para mal, en la literatura infantil impera una suerte de estilo internacional, con ciertas características que pueden encontrarse en obras que pertenecen a lenguas y tradiciones diferentes, al menos dentro de Occidente. Incluso existen coincidencias en la manera en que los géneros infantiles se renuevan en distintas tradiciones literarias.  
En los últimos años la poesía infantil en lengua española se ha caracterizado por el consabido choque entre tradición y modernidad, entre un deseo de renovar el género y otro de ser continuista con el fin de no perder lectores. En esta pugna lógica, podemos encontrar algunas tendencias muy fáciles de reconocer. Por un lado, hay cierto deseo de usar nuevas estrofas y de huir de los moldes de la lírica popular mediante el verso libre o la incorporación de moldes de otras tradiciones, como el haiku japonés. Y, por otro lado, se da una tendencia bastante acusada a realizar relecturas de temas tradicionales y textos clásicos, como los cuentos, los mitos o las fábulas. Ambas tendencias, de las que hay sobradas muestras tanto en español como en otras lenguas (el libro de Dahl Cuentos en verso para niños perversos es fundacional y muy influyente a este respecto), confluyen en estos tres libros escritos por Agnes Domergue e ilustrados por Cécile Hudrisier, en los que se lleva a cabo una relectura en formato de haiku de tres fuentes tradicionales muy ligadas a la literatura infantil: los cuentos de hadas, los mitos y las fábulas de La Fontaine.
Los tres volúmenes constituyen sin duda un tríptico poético postmoderno (en el sentido de revisitar mediante formas nuevas – en occidente, claro está – textos muy viejos y conocidos) dotado de gran unidad. Que tengan una misma autora y una misma ilustradora ya es esencial para ello, pero, además, se pueden leer como una serie porque están publicados por la misma editorial y con el mismo formato.
Se trata de libros de pequeño formato pero de tapa dura. Tanto la cubierta como la contracubierta son blancas. En la parte superior derecha de la cubierta vemos el título del libro con el subtítulo aclaratorio correspondiente (… en haïku) en la misma tipografía, si bien cambia el color, para dotar de individualidad a cada volumen. En esa misma tipografía y color, pero más pequeños, están los nombres de las autoras, más abajo, y la parte central la ocupa una ilustración que refleja algunas de las del interior del libro. El lomo, en todos los casos, es de tela y de color, en cada caso distinto. La contracubierta incluye uno de los haikus y un texto sintético y aclaratorio de lo que  podemos encontrar dentro, que siempre empieza de manera similar, haciendo referencia a la dificultad de condensar en tres líneas toda una narración (Vouloir raconter un conte en trois lignes, c’est essayer de mettre un kilo d’oranges dans une toute petite fiole!, en el caso de los cuentos; Vouloir raconter les Fables de La Fontaine en trois lignes, c’est tenter entrer veau, vache et cochon dnas un ridicule pot au lait, en el de las fábulas; y Vouloir raconter la mythologie grecque en trois lignes, c’est essayer de mettre un kilo de pommes d’or dans une minuscule fiole, en el de los mitos).    
El interior revela asimismo una gran coherencia entre los libros. Los haikus aparecen siempre en la página impar, en letras blancas y sobre un fondo de color poco saturado que combina con los tonos usados en la ilustración, la cual siempre aparece sobre fondo blanco. Como otros libros de haikus ilustrados, en este caso la ilustración es en general un acierto porque en ella se ve la misma concentración que en la composición poética. No se elige, por tanto, realizar una ilustración más amplificadora o que invada la página en blanco, sino una imagen tan concentrada (y centrada en la página) como el propio haiku, a modo de poema visual. Además, el fondo de color no saturado de la página impar combina a la perfección con la técnica usada, la acuarela, que ofrece tonos menos intensos que otras opciones.
Las composiciones son necesariamente elípticas y, por lo tanto, altamente evocadoras y centradas en el detalle. Cuando el haiku intenta condensar una narración más larga, aunque no lo sea tanto como una novela, siempre se debe optar por una sintaxis sincopada y enumerativa. Los tres versos y el número limitado de sílabas obligan con frecuencia a la eliminación de nexos, por ejemplo, y a la yuxtaposición, así como a eliminar detalles que se supone el lector conoce porque ya está familiarizado con el cuento, el mito o la fábula. De esta forma, los haikus se encienden como fogonazos imaginarios, o como pinceladas o trazos minimalistas, en medio del silencio, para evocarnos, más que contarnos, la historia que pretenden reescribir.
       Por todo ello, estos tres libros, sin duda difíciles de traducir al español pero no de replicar en nuestra lengua, constituyen, además de una bella muestra de libro infantil y de libro objeto, una buena herramienta de educación literaria, así como un buen instrumento para desarrollar la expresión escrita y la creatividad en jóvenes y no tan jóvenes lectores. Nos hace ver, entre otras cosas, que los clásicos son textos extremadamente maleables y adaptables y que siguen relecturas – textuales y visuales – infinitas.

martes, 15 de marzo de 2016

El clásico de la semana es...

   
     El clásico de esta semana solo podía ser el hermoso regalo que me ha hecho Rafael Escobar Sánchez. Quizás sea demasiado joven para ser considerado un clásico (tanto él como su poema), pero, como está inspirado en en el cuento La Reina de las Nieves, creo que no desentona del todo en esta sección. Una vez más (y con tu permiso): gracias, gracias, gracias, Rafa. 

LA REINA DE LAS NIEVES

(A Juan Senís Fernández)

Como Kay, crecí en el dominio de hiel de una espina,
hacia dentro, por la raíz impura del odio
mientras el corazón
se me iba volviendo una masa de hielo amargo,
rechacé el abrazo de serena caridad de mis amigos,
maldije a mis padres
por hacerme dueño de una vida
que profané haciendo voluntario el acaso de su fatalidad,
me mostré impotente, sin ganas ni valor ante el placer,
como un pretendiente tímido
que se arrodilla ante el peso de la majestad que lo deslumbra,
vagué mi firme extravío por senderos,
por palacios vacíos como geometrías desmedidas,
rumiando mi destierro como otra flor ensimismada
de un jardín cuya belleza fue gracia opaca,
repudié el amor, no supe
probar del néctar ofrecido de los cuerpos
mientras creía traducir su aliento en signos
que solo fueron raspaduras en la aridez de un bacalao seco,
suscribí la maldad como solo pudiera un hombre
y este fue mi rastro de herencia,
el abuso de cuantos extravié en la locura
por arriesgar la hazaña inútil de redimirme,
Gerda girando como la órbita de una estrella quebrada,
embelesada en su propio delirio
entre las tumbas de los caballeros de la reina.

jueves, 10 de marzo de 2016

Bolso de niebla



Serdio, María Rosa, Bolso de niebla, Oviedo, Pintar-Pintar Editorial, 2015 (ilustrado por Julio Antonio Blasco)


     Los poemarios para niños suelen ser un conjunto de composiciones unificados por algún marco architextual que puede ser de varios tipos. Los hay claramente narrativos, de tal manera que los poemas se insertan en un ámbito espacio-temporal más o menos claro donde se encuentran algunos personajes; los hay temáticos (los animalarios son un caso claro), genéricos (como, por ejemplo, los libros que son conjuntos de adivinanzas, o de haikus) o incluso alfabético, y no son raras las confluencias de las tres posibilidades en un mismo libro. En todos los casos, hay un hilo conductor claro y reconocible que une todos poemas y que el lector puede seguir sin excesiva dificultad.
   Más raros son los poemarios infantiles que, aun manteniendo cierta unidad temática, de tono y de estilo, no recurren a dicho hilo conductor, y que por lo tanto se parecen más a los libros de poesía para adultos, que suelen ser recopilaciones de poemas en los que se puede ver cierta unidad pero sin que esta sea evidente desde el principio.
   Bolso de niebla pertenece a esta segunda categoría. Sin duda hay en él una idea general que unifica todas las composiciones, así como una unidad de estilo y tono. Pero todo ello le sobreviene al lector más como una intuición lectora que como una imposición architextual clara. Ya solo por eso resulta llamativo y hasta novedoso este libro, pero lo es aún más porque el tema común de todos los poemas, el leit motif de los versos, no es otro que la poesía.
   Hay quien dice que el único tema de la poesía es la propia poesía, y puede que en cierto modo sea verdad. Esa tensión máxima del lenguaje que trae consigo escribir poesía provoca con frecuencia que los poetas reflexionen sobre el propio instrumento que tienen entre manos, y casi todos tienen un poema sobre la poesía; es decir, casi todos han escrito alguna vez lo que en teoría literaria se conoce como metapoesía.
    Este giro especular no es empero tan habitual en la poesía infantil, que suele ser más figurativa que abstracta, más material que reflexiva, más volcada en lo tangible que en lo espiritual.
    En Bolso de niebla, sin embargo, la poesía adquiere protagonismo continuo de una manera sutil y sorprendente en la mayor parte de las ocasiones. Casi todos los poemas acaban hablando de una u otra manera de la poesía pero sin que este tema se imponga desde el principio de la lectura ni haya un programa demasiado visible o un armazón evidente. Es decir, para encontrar dicho hilo conductor el lector debe sumergirse en los poemas, de manera que hasta algunos que no parecen tratar de la poesía a simple vista y cuyo título no hace referencia a ello también aluden a ella de alguna manera. De ahí que Bolso de niebla pueda considerarse también una suerte de arte poética infantil camuflada y nada académica.
   En este sentido, la dedicatoria, que es el primer poema del libro, es ya muy clara al respecto: “Este libro es una puerta / para que alguien la abra / con los ojitos brillantes. / Este libro tobogán / es un camino en el tiempo para que bajen los niños / recitando sus versos”. La idea del libro como puerta de entrada es invitatoria, pues incide en la idea de abrir (la mente, los ojos) con la lectura y conecta con unos versos que podemos leer más adelante (“Existe un paréntesis / donde se abren / las palabras / para ofrecer su corazón / de colibrí”). Y en eso mismo insiste uno de los primeros poemas, que puede ser considerado una especie de poética general de todo el libro, A diario. Entre sus versos están los siguientes: “Ser poeta es escuchar / cómo las nubes aumentan, / cómo los ríos rebullan, / o cómo las hojas vuelan (...) Solo precisas, es cierto, / si quieres ser un poeta, / el ojo limpio en la estrella, / los pies puestos en el suelo / y el corazón en la huella”.
     La idea de poesía que se desprende de estos libros es la misma que parece predicar el libro en sí mismo: la poesía es una forma distinta de mirar al mundo, es, como se dice en uno de los poemas, en el que se asocia la actividad poética con una bruja (Bolso de bruja), una forma de magia, una forma de transfiguración y de transformación de lo que nos rodea. Para ser poeta hay que pararse a mirar, pararse a decir. El poeta es quien “se sienta / en la cima del mundo / y ¡recita!”
   Esta unidad sutil de todos los poemas encuentra perfecta réplica en las ilustraciones de Julio Antonio Blasco. Al igual que las composiciones de Serdio demandan un lector activo que sea capaz de trazar las relaciones entre los distintos versos, las ilustraciones acaban pidiendo un observador activo que sepa dibujar en su mente constelaciones de imágenes. Así, de la misma manera que los poemas tenían un leit motif claro, la poesía como manera distinta y más rica de mirar el mundo, las ilustraciones construyen un universo propio y coherente mediante una técnica reiterada, el collage, y usando distintas referencias de forma repetida pero siempre adaptadas al poema. Así, el observador atento podrá ver que se repiten diversos motivos. Hay reiteraciones iconográficas que se van metamorfoseando en las distintas secuencias. Por ejemplo, los trozos de mapas a veces se convierten en nubes, otras en planetas, otras en la orilla de una charca, otras en un barco; un corazón rojo es un helado, las alas de una mariposa o una piruleta. Al mismo tiempo, hay determinadas soluciones técnicas que van creando una unidad de estilo, como se ve en el uso de siluetas oscuras y rayadas a lápiz que aparecen en casi todas las ilustraciones, a veces con formas humanas, y con un elemento unificador como es el bombín.
  La coherencia entre lo que ofrecen los versos y lo que proponen las ilustraciones queda definitivamente refrendada con el cuidado máximo que se le da a los aspectos tipográficos – pues se juega mucho con la unidad cromática de las letras del poema, el título, los fondos y las ilustraciones – y la distribución de los poemas en la página, así como con la decisión de publicar el libro en gran formato.  
   Todo ello hace de Bolso de niebla un poemario que enseña a leer mejor, a mirar mejor, que demanda un lector y contemplador activo, que sepa colarse por debajo de la superficie de las cosas y encontrar las relaciones y conexiones que existen entre las ellas. En definitiva, que se cuelgue del alma este bolso de imágenes y tenga la paciencia de reconocer con deleite las siluetas que se vislumbran entre la niebla.




     

domingo, 6 de marzo de 2016

El clásico de la semana es...

     
       Este es un año lorquiano, por varias razones, y una de ellas es el protagonismo que ha tenido la película La novia, basada libremente en Bodas de sangre. Aunque estrenada a finales del año pasado, sin duda ha adquirido más repercusión en los últimos meses gracias a sus doce candidaturas a los premios Goya, de los que solo se llevó dos, merecedísimos: el de mejor actriz de reparto para la veterana Luisa Gavasa y el de mejor fotografía para Miguel Ángel Amoedo. 
       La novia es una película que puede gustar o convencer más o menos, según el espectador sea capaz de entrar o no en su peculiar apuesta simbólica y arquetípica, pero no se le puede negar a su directora, Paula Ortiz, haber elegido una opción estética particular y original para (re)crear un universo tan peculiar también, pero ya bastante conocido y hasta gastado, como el lorquiano. 
       En uno de los momentos más importantes de la película, la celebración de la boda, Inma Cuesta demuestra que es tan buena actriz como cantante interpretando con sensualidad y un contenido desgarro La Tarara, uno de los poemas más conocidos de García Lorca. Escrita a partir de una canción popular, sirvió también de inspiración a Isaac Albéniz, quien la usa como tema en Corpus Christi en Sevilla, una de las partes de su suite Iberia. 
       Los versos del poema dicen así: 

La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.

Lleva la Tarara
un vestido verde
lleno de volantes
y de cascabeles.

La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.

Luce mi Tarara
su cola de seda
sobre las retamas
y la hierbabuena.

Ay, Tarara loca.
Mueve, la cintura
para los muchachos
de las aceitunas.

       En este enlace se puede ver el vídeo de Inma Cuesta y en este otro acceder a una versión de la pieza de Albéniz tocada por la gran Alicia de Larrocha.